martes, 3 de noviembre de 2009

¡Parasoles en mi jardín!


La Macrolepiota procera o parasol es un hongo grande, alto, con un pie esbelto, de entre 10 y 40 cm, que destaca sobre el suelo. El sombrero alcanza entre 10 y 30 cm, es ovoide al principio y después aplanado y con un mamelón central. Tiene una clara forma aparasolada o de sombrilla, de donde le viene el nombre de "parasol". Su cutícula es gruesa, parda, fragmentada en escamas de colores más oscuros. Las láminas son libres, blancas o levemente amarillentas, muy juntas. El pie, esbelto, está recubierto de unas típicas manchas marrones jaspeadas, que forman bandas de serpiente. Cuenta con un anillo doble, móvil, blanco en la parte superior y amarronado en la inferior. Su carne es tierna y blanda, con un cierto sabor a avellana o nuez.

Aparece en primavera, y especialmente en otoño, después de las lluvias, aunque también se desarrolla tras las tormentas veraniegas y durante los inviernos suaves. Se localiza en prados, brezales, claros de bosque y matorrales con abundante materia orgánica, así como en las proximidades de rediles y majadas, debido a su marcada saprofilia.

El grupo de las Lepiotas incluye algunas especies que pueden resultar mortales como la Lepiota helveola y la Lepiota brunneo-incarnata. Es difícil confundir la lepiota procera con las lepiotas venenosas ya que éstas últimas son muy pequeñas mientras que el parasol es de gran talla. La Macrolepiota Venenata es tóxica o indigesta, se mancha de rojo sucio cuando se corta y tiene el anillo simple, pero suele crecer en montones de basura o estiércol. La procera se puede confundir fácilmente con la Macrolepiota rhacodes, también de gran talla pero caracterizada por tener el pie liso y más corto, las escamas mayores y una carne que enrojece al corte. También ésta es de excelente comestibilidad.

De la parasol únicamente se consume el sombrero, preferiblemente a la plancha o rebozado. Insistimos, es muy importante no consumir lepiotas de pequeño tamaño ya que entre ellas hay varias especies venenosas.


Algunos consejos para prevenir las intoxicaciones:


- Si tienes dudas sobre si las setas son o no comestibles, no las recojas y consume únicamente aquellas que identifiques como comestibles con absoluta certeza.


-No hay reglas ni pruebas generales para distinguir las setas tóxicas de las comestibles. La única prueba válida es la identificación botánica por un experto y que, en muchas ocasiones, no sólo es visual.

-Hay que tener en cuenta que después de la lluvia se pueden encontrar descoloridas o, al contrario, demasiado coloreadas por haber absorbido humedad, o también pueden haber perdido parte de la ornamentación, y confundirnos.

-Hay que transportarlas en una cesta rígida y aireada para evitar la fermentación, y consumirlas lo antes posible, ya que la mayoría se alteran rápidamente.

-No mezcles en el mismo cesto especies comestibles con otras en las que dudes.

-Hay que recoger setas en buen estado de conservación, ni rotas, ni parcialmente descompuestas, ni envejecidas, ni que se hayan helado por la noche.

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